La suerte de fracasar en el sexo (Mónica Quesada Juan)

01.10.2014 15:26

¿La suerte?, te preguntarás. Has leído bien: la suerte de fracasar en el sexo. Vayamos por partes.

¿Qué es para ti fracasar en el sexo?

Anteponer la mente al espíritu
No disfrutar
Asociar el sexo a cantidad y no a calidad
No poder comunicar lo que me gusta
Que no se cumplan las (mis) expectativas
Que no haya una erección suficiente
Hacer siempre lo mismo
Entender el sexo como una competición
El desconocimiento mutuo
No tener orgasmos
Cuando te preocupa más lo que ocurre alrededor que disfrutar

Este es el resumen de algunas respuestas a la pregunta que hice en las redes sociales sobre qué es para cada quien fracasar en el sexo (millones de gracias de nuevo por las aportaciones).

Si no hubiésemos recibido la educación sexual o educastración que tenemos: ¿Crees que realmente sería un problema eyacular rápido? ¿Sentiríamos la necesidad de fingir orgasmos?

Como veis, puede haber muchos motivos para fracasar, pero no olvidemos que el fracaso es totalmente subjetivo. Parte de lo que creemos que tendría que ser y no está siendo y, de esta comparación, establecemos qué es un fracaso y qué es un éxito. El papel fundamental viene determinado por las expectativas que tenemos sobre cómo tendrían que ser las cosas. Y estas expectativas, a su vez, beben de lo que hemos aprendido que tiene que ser. Luego cada quien le aplicará su propio filtro, pero el origen son las creencias de las que tanto hemos hablado durante estos 4 años (¡4 años ya!). Si no hubiésemos recibido la educación sexual o educastración que tenemos: ¿Crees que realmente sería un problema eyacular rápido si no hubiese pareja?, ¿o algunas personas tendrían la necesidad de fingir un orgasmo o eyaculación?, ¿o existiría la preocupación sobre la cantidad en vez de sobre la calidad?

Para crearnos las expectativas que tenemos hemos recibido muchas influencias externas. Nuestro imaginario sexual viene determinado por lo que hemos aprendido en la familia, entre nuestras amistades, en los medios de comunicación, en las películas porno, etc., y por regla general, estos aprendizajes no son un ejemplo de libertades, sino más bien de limitaciones. La primera de ellas es equiparar sexualidad y sexo, cuando la segunda es una mínima parte de la primera. Y, a su vez, en función del género, si eres hombre o mujer, tenemos unos aprendizajes diferenciados con respecto a cómo se disfruta del sexo. Y de ahí que el foco de atención esté más orientado a cumplir una serie de objetivos de rendimiento más que a disfrutar del encuentro con el placer.

Cuando pienso en ello me viene la imagen de un embudo donde el aprendizaje se va limitando a medida que avanza. A esta mentalidad embudo regida por el limitado esquema aprendido socialmente me gusta llamarle “la mentalidad tormentitas”. ¿Y cómo sería esta mentalidad tormentitas? Sería aquella que está convencida de que el mapa es el territorio o, lo que es lo mismo, que el esquema mental de cómo tendría que ser el mundo es el único correcto, sin posibilidad de que sea de otra manera. Y si hay un atisbo de incumplimiento de estas rígidas reglas, se desata la tormenta, que se puede traducir en frustración, bloqueos, enfados, culpa, responsabilizar al resto, etc. Y el resultado de esta combinación es la mentalidad tormentitas, así, sin más.

¿Os imagináis qué habría pasado si tuviésemos la mentalidad tormentitas cuando estábamos aprendiendo a andar? Si cada vez que nos tropezásemos fuésemos con la atención puesta en el siguiente tropiezo, ¿qué crees que pasaría? ¿O si fueses con el convencimiento de que te vas a caer? ¿O mirando a ver qué está pensando la gente que te está mirando?, ¿o si te centrases en intentar andar como crees que quiere esa persona que te está mirando? ¿O si por una caída te negases a volver a levantarte? ¿Qué crees que pasaría? Efectivamente, si fuésemos con la mentalidad tormentitas desde que aprendemos a andar, seríamos la sociedad sin nalgas y de huesos limados.

Mujeres con vaginismo y dispareunia, buscan alternativas a la penetración vaginal; hombres que, debido a sus eyaculaciones rápidas o gatillazos, aprenden que el pene no es imprescindible para disfrutar

Fracasar en el sexo puede ser la mejor ocasión para triunfar en tu placer. Si fracasamos en la aplicación del esquema limitado del sexo que hemos aprendido, es una gran oportunidad para empezar a contemplar otras posibilidades de disfrute fuera de lo establecido. Por ejemplo:

Mujeres que, como no pueden practicar la penetración vaginal, ya sea por vaginismo (contracción involuntaria de la musculatura pubococcigea), dispareunia (dolor con la penetración) u otras causas, han aprendido otras alternativas no dictadas socialmente para disfrutar de sus cuerpos.

Fracasar en el sexo nos brinda la oportunidad de salir de este círculo vicioso de cumplir con expectativas externas que hemos hecho propias

Y hombres que, debido a sus eyaculaciones rápidas, gatillazos, etc. han aprendido que su pene no es imprescindible para disfrutarse y disfrutar de las relaciones. O personas que gracias a no tener orgasmos han desmontado su mentalidad tormentitas para disfrutarse en su totalidad.

Todas estas personas, gracias a lo que se considera fracasar en el sexo socialmente, han tomado las riendas de sus creencias para modelar las suyas propias, más libres y más placenteras. Gracias a que decidieron pasar de preocuparse a ocuparse, dieron el salto fuera de la jaula. Y como ya dijo Jodorowsky: “Los pájaros nacidos en jaulas creen que volar es una enfermedad”.

En resumen, fracasar en el sexo nos brinda la oportunidad de salir de este círculo vicioso de cumplir con expectativas externas que hemos hecho propias. Favorece que volvamos a nuestro cuerpo para reaprendernos y disfrutarnos desde nuestras apetencias y no desde las exigencias. Aunque para que realmente se convierta en éxito tengamos que empezar a ejercer la responsabilidad sobre nuestro placer e implicarnos en ver qué hay de verdad en todo aquello que se nos impone. Descubrir los ritmos propios, jugar con tu cuerpo y disfrutar desde el sano egoísmo de tu sexualidad y, por extensión, del sexo. Y, sobre todo, sin expectativas, disfrutando del camino y dejándote sorprender por cada instante.

La clave está en derribar la mentalidad tormentitas y comenzar a aplicar la mentalidad de juego y aprendizaje; es decir, al caer, ver qué aprendo de ello y qué puedo hacer para que la próxima vez sea diferente. ¿Qué te parece si tu próximo encuentro lo enfocas como si estuvieses aprendiendo a andar de nuevo, con esa mentalidad de descubrimiento?

- See more at: https://www.pikaramagazine.com/2014/09/la-suerte-de-fracasar-en-el-sexo/#sthash.rnzCCcog.dpuf

¿La suerte?, te preguntarás. Has leído bien: la suerte de fracasar en el sexo. Vayamos por partes.

¿Qué es para ti fracasar en el sexo?

Anteponer la mente al espíritu
No disfrutar
Asociar el sexo a cantidad y no a calidad
No poder comunicar lo que me gusta
Que no se cumplan las (mis) expectativas
Que no haya una erección suficiente
Hacer siempre lo mismo
Entender el sexo como una competición
El desconocimiento mutuo
No tener orgasmos
Cuando te preocupa más lo que ocurre alrededor que disfrutar

Este es el resumen de algunas respuestas a la pregunta que hice en las redes sociales sobre qué es para cada quien fracasar en el sexo (millones de gracias de nuevo por las aportaciones).

Si no hubiésemos recibido la educación sexual o educastración que tenemos: ¿Crees que realmente sería un problema eyacular rápido? ¿Sentiríamos la necesidad de fingir orgasmos?

Como veis, puede haber muchos motivos para fracasar, pero no olvidemos que el fracaso es totalmente subjetivo. Parte de lo que creemos que tendría que ser y no está siendo y, de esta comparación, establecemos qué es un fracaso y qué es un éxito. El papel fundamental viene determinado por las expectativas que tenemos sobre cómo tendrían que ser las cosas. Y estas expectativas, a su vez, beben de lo que hemos aprendido que tiene que ser. Luego cada quien le aplicará su propio filtro, pero el origen son las creencias de las que tanto hemos hablado durante estos 4 años (¡4 años ya!). Si no hubiésemos recibido la educación sexual o educastración que tenemos: ¿Crees que realmente sería un problema eyacular rápido si no hubiese pareja?, ¿o algunas personas tendrían la necesidad de fingir un orgasmo o eyaculación?, ¿o existiría la preocupación sobre la cantidad en vez de sobre la calidad?

Para crearnos las expectativas que tenemos hemos recibido muchas influencias externas. Nuestro imaginario sexual viene determinado por lo que hemos aprendido en la familia, entre nuestras amistades, en los medios de comunicación, en las películas porno, etc., y por regla general, estos aprendizajes no son un ejemplo de libertades, sino más bien de limitaciones. La primera de ellas es equiparar sexualidad y sexo, cuando la segunda es una mínima parte de la primera. Y, a su vez, en función del género, si eres hombre o mujer, tenemos unos aprendizajes diferenciados con respecto a cómo se disfruta del sexo. Y de ahí que el foco de atención esté más orientado a cumplir una serie de objetivos de rendimiento más que a disfrutar del encuentro con el placer.

Cuando pienso en ello me viene la imagen de un embudo donde el aprendizaje se va limitando a medida que avanza. A esta mentalidad embudo regida por el limitado esquema aprendido socialmente me gusta llamarle “la mentalidad tormentitas”. ¿Y cómo sería esta mentalidad tormentitas? Sería aquella que está convencida de que el mapa es el territorio o, lo que es lo mismo, que el esquema mental de cómo tendría que ser el mundo es el único correcto, sin posibilidad de que sea de otra manera. Y si hay un atisbo de incumplimiento de estas rígidas reglas, se desata la tormenta, que se puede traducir en frustración, bloqueos, enfados, culpa, responsabilizar al resto, etc. Y el resultado de esta combinación es la mentalidad tormentitas, así, sin más.

¿Os imagináis qué habría pasado si tuviésemos la mentalidad tormentitas cuando estábamos aprendiendo a andar? Si cada vez que nos tropezásemos fuésemos con la atención puesta en el siguiente tropiezo, ¿qué crees que pasaría? ¿O si fueses con el convencimiento de que te vas a caer? ¿O mirando a ver qué está pensando la gente que te está mirando?, ¿o si te centrases en intentar andar como crees que quiere esa persona que te está mirando? ¿O si por una caída te negases a volver a levantarte? ¿Qué crees que pasaría? Efectivamente, si fuésemos con la mentalidad tormentitas desde que aprendemos a andar, seríamos la sociedad sin nalgas y de huesos limados.

Mujeres con vaginismo y dispareunia, buscan alternativas a la penetración vaginal; hombres que, debido a sus eyaculaciones rápidas o gatillazos, aprenden que el pene no es imprescindible para disfrutar

Fracasar en el sexo puede ser la mejor ocasión para triunfar en tu placer. Si fracasamos en la aplicación del esquema limitado del sexo que hemos aprendido, es una gran oportunidad para empezar a contemplar otras posibilidades de disfrute fuera de lo establecido. Por ejemplo:

Mujeres que, como no pueden practicar la penetración vaginal, ya sea por vaginismo (contracción involuntaria de la musculatura pubococcigea), dispareunia (dolor con la penetración) u otras causas, han aprendido otras alternativas no dictadas socialmente para disfrutar de sus cuerpos.

Fracasar en el sexo nos brinda la oportunidad de salir de este círculo vicioso de cumplir con expectativas externas que hemos hecho propias

Y hombres que, debido a sus eyaculaciones rápidas, gatillazos, etc. han aprendido que su pene no es imprescindible para disfrutarse y disfrutar de las relaciones. O personas que gracias a no tener orgasmos han desmontado su mentalidad tormentitas para disfrutarse en su totalidad.

Todas estas personas, gracias a lo que se considera fracasar en el sexo socialmente, han tomado las riendas de sus creencias para modelar las suyas propias, más libres y más placenteras. Gracias a que decidieron pasar de preocuparse a ocuparse, dieron el salto fuera de la jaula. Y como ya dijo Jodorowsky: “Los pájaros nacidos en jaulas creen que volar es una enfermedad”.

En resumen, fracasar en el sexo nos brinda la oportunidad de salir de este círculo vicioso de cumplir con expectativas externas que hemos hecho propias. Favorece que volvamos a nuestro cuerpo para reaprendernos y disfrutarnos desde nuestras apetencias y no desde las exigencias. Aunque para que realmente se convierta en éxito tengamos que empezar a ejercer la responsabilidad sobre nuestro placer e implicarnos en ver qué hay de verdad en todo aquello que se nos impone. Descubrir los ritmos propios, jugar con tu cuerpo y disfrutar desde el sano egoísmo de tu sexualidad y, por extensión, del sexo. Y, sobre todo, sin expectativas, disfrutando del camino y dejándote sorprender por cada instante.

La clave está en derribar la mentalidad tormentitas y comenzar a aplicar la mentalidad de juego y aprendizaje; es decir, al caer, ver qué aprendo de ello y qué puedo hacer para que la próxima vez sea diferente. ¿Qué te parece si tu próximo encuentro lo enfocas como si estuvieses aprendiendo a andar de nuevo, con esa mentalidad de descubrimiento?

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¿La suerte?, te preguntarás. Has leído bien: la suerte de fracasar en el sexo. Vayamos por partes.

¿Qué es para ti fracasar en el sexo?

Anteponer la mente al espíritu
No disfrutar
Asociar el sexo a cantidad y no a calidad
No poder comunicar lo que me gusta
Que no se cumplan las (mis) expectativas
Que no haya una erección suficiente
Hacer siempre lo mismo
Entender el sexo como una competición
El desconocimiento mutuo
No tener orgasmos
Cuando te preocupa más lo que ocurre alrededor que disfrutar

Este es el resumen de algunas respuestas a la pregunta que hice en las redes sociales sobre qué es para cada quien fracasar en el sexo (millones de gracias de nuevo por las aportaciones).

Si no hubiésemos recibido la educación sexual o educastración que tenemos: ¿Crees que realmente sería un problema eyacular rápido? ¿Sentiríamos la necesidad de fingir orgasmos?

Como veis, puede haber muchos motivos para fracasar, pero no olvidemos que el fracaso es totalmente subjetivo. Parte de lo que creemos que tendría que ser y no está siendo y, de esta comparación, establecemos qué es un fracaso y qué es un éxito. El papel fundamental viene determinado por las expectativas que tenemos sobre cómo tendrían que ser las cosas. Y estas expectativas, a su vez, beben de lo que hemos aprendido que tiene que ser. Luego cada quien le aplicará su propio filtro, pero el origen son las creencias de las que tanto hemos hablado durante estos 4 años (¡4 años ya!). Si no hubiésemos recibido la educación sexual o educastración que tenemos: ¿Crees que realmente sería un problema eyacular rápido si no hubiese pareja?, ¿o algunas personas tendrían la necesidad de fingir un orgasmo o eyaculación?, ¿o existiría la preocupación sobre la cantidad en vez de sobre la calidad?

Para crearnos las expectativas que tenemos hemos recibido muchas influencias externas. Nuestro imaginario sexual viene determinado por lo que hemos aprendido en la familia, entre nuestras amistades, en los medios de comunicación, en las películas porno, etc., y por regla general, estos aprendizajes no son un ejemplo de libertades, sino más bien de limitaciones. La primera de ellas es equiparar sexualidad y sexo, cuando la segunda es una mínima parte de la primera. Y, a su vez, en función del género, si eres hombre o mujer, tenemos unos aprendizajes diferenciados con respecto a cómo se disfruta del sexo. Y de ahí que el foco de atención esté más orientado a cumplir una serie de objetivos de rendimiento más que a disfrutar del encuentro con el placer.

Cuando pienso en ello me viene la imagen de un embudo donde el aprendizaje se va limitando a medida que avanza. A esta mentalidad embudo regida por el limitado esquema aprendido socialmente me gusta llamarle “la mentalidad tormentitas”. ¿Y cómo sería esta mentalidad tormentitas? Sería aquella que está convencida de que el mapa es el territorio o, lo que es lo mismo, que el esquema mental de cómo tendría que ser el mundo es el único correcto, sin posibilidad de que sea de otra manera. Y si hay un atisbo de incumplimiento de estas rígidas reglas, se desata la tormenta, que se puede traducir en frustración, bloqueos, enfados, culpa, responsabilizar al resto, etc. Y el resultado de esta combinación es la mentalidad tormentitas, así, sin más.

¿Os imagináis qué habría pasado si tuviésemos la mentalidad tormentitas cuando estábamos aprendiendo a andar? Si cada vez que nos tropezásemos fuésemos con la atención puesta en el siguiente tropiezo, ¿qué crees que pasaría? ¿O si fueses con el convencimiento de que te vas a caer? ¿O mirando a ver qué está pensando la gente que te está mirando?, ¿o si te centrases en intentar andar como crees que quiere esa persona que te está mirando? ¿O si por una caída te negases a volver a levantarte? ¿Qué crees que pasaría? Efectivamente, si fuésemos con la mentalidad tormentitas desde que aprendemos a andar, seríamos la sociedad sin nalgas y de huesos limados.

Mujeres con vaginismo y dispareunia, buscan alternativas a la penetración vaginal; hombres que, debido a sus eyaculaciones rápidas o gatillazos, aprenden que el pene no es imprescindible para disfrutar

Fracasar en el sexo puede ser la mejor ocasión para triunfar en tu placer. Si fracasamos en la aplicación del esquema limitado del sexo que hemos aprendido, es una gran oportunidad para empezar a contemplar otras posibilidades de disfrute fuera de lo establecido. Por ejemplo:

Mujeres que, como no pueden practicar la penetración vaginal, ya sea por vaginismo (contracción involuntaria de la musculatura pubococcigea), dispareunia (dolor con la penetración) u otras causas, han aprendido otras alternativas no dictadas socialmente para disfrutar de sus cuerpos.

Fracasar en el sexo nos brinda la oportunidad de salir de este círculo vicioso de cumplir con expectativas externas que hemos hecho propias

Y hombres que, debido a sus eyaculaciones rápidas, gatillazos, etc. han aprendido que su pene no es imprescindible para disfrutarse y disfrutar de las relaciones. O personas que gracias a no tener orgasmos han desmontado su mentalidad tormentitas para disfrutarse en su totalidad.

Todas estas personas, gracias a lo que se considera fracasar en el sexo socialmente, han tomado las riendas de sus creencias para modelar las suyas propias, más libres y más placenteras. Gracias a que decidieron pasar de preocuparse a ocuparse, dieron el salto fuera de la jaula. Y como ya dijo Jodorowsky: “Los pájaros nacidos en jaulas creen que volar es una enfermedad”.

En resumen, fracasar en el sexo nos brinda la oportunidad de salir de este círculo vicioso de cumplir con expectativas externas que hemos hecho propias. Favorece que volvamos a nuestro cuerpo para reaprendernos y disfrutarnos desde nuestras apetencias y no desde las exigencias. Aunque para que realmente se convierta en éxito tengamos que empezar a ejercer la responsabilidad sobre nuestro placer e implicarnos en ver qué hay de verdad en todo aquello que se nos impone. Descubrir los ritmos propios, jugar con tu cuerpo y disfrutar desde el sano egoísmo de tu sexualidad y, por extensión, del sexo. Y, sobre todo, sin expectativas, disfrutando del camino y dejándote sorprender por cada instante.

La clave está en derribar la mentalidad tormentitas y comenzar a aplicar la mentalidad de juego y aprendizaje; es decir, al caer, ver qué aprendo de ello y qué puedo hacer para que la próxima vez sea diferente. ¿Qué te parece si tu próximo encuentro lo enfocas como si estuvieses aprendiendo a andar de nuevo, con esa mentalidad de descubrimiento?


Artículo extraído dewww.pikaramagazine.com/2014/09/la-suerte-de-fracasar-en-el-sexo/